Algunos me contaron
que ser libre, era pecado,
que caminar sin sombra por el mundo,
podría acarrear serios problemas,
lo mismo que no callar
o decir casi siempre
lo que se está pensando:
que era muy malo.
Me contaron que había que aguantar,
callar cuando conviene,
peinarse, hablar, pensar,
siempre, lo que es adecuado.
Mentir, disimular, ser controlada,
para poder sobrevivir,
en un mundo, sin ser
por ello, dejada en la intemperie, destrozada.
Me contaron que no bailara
ni riera, ni llorara, más que donde
alguien, no se sabe quien,
ni como, lo tuviera estipulado.
Me contaron cuentos de princesas,
de caballos, de perdices, de fresas
y pecados, que quedaban mal
en chicas educadas, y solteras;
que para subir al cielo, tenía que aburrirme,
tomar despacio los placeres,
y nunca, nunca, hacer
lo que me diera a mí la gana.
Me contaron, todo eso
y más, que yo me callo.
Menos mal, que no hice ni caso,
por eso, ahora, luzco aún sonrisa,
y salgo cada día con lo puesto,
feliz, aunque desangrada y eremita.
Santander-11-5-2015. 476 días sin ti pero contigo.
De toda la vida de Dios. Incorrecta y atípica…