Lluvia que moja el suelo enmohecido
como alfombra de aguas estancadas
me deja el color del hielo en la mirada
y las sombras de viejas nostalgias en mi almohada.
Lluvia que asoma solitaria en el batiente
del hueco solitario de un hogar en franca retirada
dejándo lágrimas que empañan mi ventana
como si el cielo anticipara con cautela
el paso firme de las hojas en el calendario.
Lluvia que limpias el alma de los pueblos
los libras del pecado y al sediento
le das el alimento que merece
tal que si colmaras de plomo un cementerio.
Contemplo con ojos taciturnos,
tu presencia, entre visillos, oculta y renuente,
aquí, en mi casa, en un intento vano,
de hacer poesía liviana, sencilla
que me ampare y haga olvidar las cuitas
de una vida gris, conducida de tu mano.
Lluvia que lavas con tu sentir profundo
la sangre derramada de los justos.
María Toca
Santander-3-06-2018. 19,07