Las manos se levantan como en suplica,
mas no de rezo, son lenta agonía,
porque antes de morir
dan amplia respuesta
a la vida o guerra que termina.
Son manos, que no puños levantados,
lo que se erige hacia el cielo, tal que rezo;
manos que se quedaron yertas y se erigen
en grito o prez bien aprendida.
La tierra se reseca a cada hora,
el agua ya no cae del cielo,
ni la escarcha moja madrugadas con recelo,
el buey muge ungido en el apero,
inútil, de la danza que no baila.
Ni se siembra, ni hay cosecha,
ni tierra que luche por barbecho
porque perecieron las manos que juntaban,
las preces con la yunta.
Hay bocas secas, con hambre de justicia,
de equidad, también de pan…
hay ojos húmedos de rabia
y el gesto agrio en unos labios
que se cierran, porque les falta
hogaza, paz y agua que manar.
Mientras las manos yacen hueras
el aire se quiebra tal que un pedernal,
porque falta simiente, hombres
que empuñen el arado y que alimenten,
a la tierra seca, yerta, que muere inane
y desbrozada de costumbres.
La esquilmaron unos cuantos,
hoy la lloran los más
mientras vagan en los cementerios
almas en pena que no supieron
defenderla o amarla tal que madre
o al menos disfrutarla sin dañar.
María Toca
Santander-14-12-2019. 11,41.