A veces las cosas importantes
llegan en envolturas leves,
livianas, casi pasan silentes
por manos conocidas.
Así, se quedan en olvido,
las cosas importantes. Perdidas,
rezagadas, sin tino,
cual si fueran estrellas, que fugaces
danzan fuera, estraviadas.
Las cosas importantes.
A veces, nos quedamos prendidos
de ramas del destino,
que se antojan perennes
y son solo vacuas
esquinas de caminos
que nos llevan despacio
a un sendero en quebranto.
Allí, todo lo que acontece
son historias vacías
y sendas troqueladas
de un infausto desierto
apenas habitado, yerto
donde no se oyen ni los gritos
de las pequeñas cosas
que fueron desdeñadas,
por ser poco importantes.
Santander-24-10-2016. 19,03