Amarilleaban los cartones, Eva se preguntó de donde salieron las cartas, si nunca vio en ese lugar tanto papel barato, envejecido por el tiempo y las palabras olvidadas. Leyó algo que sobresalía del resto, ajustó las gafas para verlo mejor. Las palabras se contoneaban, algunas desaparecían en la nebulosa del tiempo que borraba contornos y significados.
Cuando leas esto, estarás muerta. Eva, sonrió, volvió los ojos hacia fuera. No pudo, la mirada chocó contra una entramado de tela sedosa y sutil acolchada. El aire comenzaba a escasear, entonces se dio cuenta, que los papeles desdibujados no mentían.