Desnudar la palabra,
dejarla hueca
de revoleos coloquiales,
de florituras encantadas;
ensartarla en concisa costumbre,
dejarla limpia hasta encontrar en ella
la esencia misma de la emoción,
del canto, de libertad, de lucha
de conocer, por ella, la verdad,
aunque sea sutil, breve, inexperta,
y como tal se diluya en el cauce
del rio de manantial preclaro,
de las cosas, según como se miren,
porque hablar, lo que se dice hablar,
podemos todos, aunque no se diga nada
y se oculte la sima de lo propio,
en la vileza traidora de lo ajeno.
Si desnudamos el verso
y querellamos la belleza
en aras de sembrar la sementera,
como espada afilada y certera
de la verdad, como arma
como luz cegadora,
como simiente de luz y redentora
de un camino a recorrer despacio,
sin calzar ni repuntar la sombra.
Santander 22-6-14, 23,25. 163 días sin ti.
jajaja, dialogo de gatos, lo llamo yo…me cansan, me aburren…
nooo, y van a lo suyo, sin molestar