Acaricia suavemente el sol los ojos
cerrados al estío matinal
y se cruza por el cuarto
aquella sensación de no haber más.
Más tiempo de solana en el bolsillo,
más horas en el reloj de la pared
y más caricias eternas
que por momentos,
soliviantaron los poros de mi piel.
Aquel tiempo ido que nos vuelve
las viejas sensaciones olvidadas
que las trae, despacio, la solana,
y la caricia del sol sobre mi tez.
Quisiera devolver aquella imagen
al espejo, que refleja irisaciones
y desapego, en una piel,
que a fuer de vivida se desarma.
Tan solo dejaré abierta la cancela
para que tornen recuerdos
en espera, mientras el sol
ciega mi mirada, con lento
desapego de mi alma.
Tristuras y dulces complacencias,
nostalgias de mares en zozobra
y plenitudes, que entonces,
vivíamos en danza,
y hoy, apenas queda nada de ese ayer.
María Toca
Santander-21-10-2018. 13,20