Una marea negra,
como de brea, ungida,
me asciende, se me eleva
hacia la frente clara,
la impregna, y me la deja
pringada, cual escarcha
de fútiles ideas,
de crecientes borrascas.
Y así, se me hace bruma
lo que antes, era calma;
un infierno de luces
en mi pecho se aclama.
Ya las llamas relucen,
ya la brea se extiende
por la mente callada
que se muestra presente
y hoy, mañana, o luego,
me siento y se me encienden
las fútiles, armas de fuego.
Por eso, no quiero escuchar
ni palabras ni juicios
que me encierren en casas
y me fumiguen fuego.
Porque la brea asciende
me ahoga, me ciega,
se mantiene de frente
y a mi casa, se asciende.
Santander-1-12-15. 18,19