Y la vida se me escribió sobre la piel,
horadando con su historia la memoria,
narrando, por simas, arrugas y simientes
los avatares recónditos y los sueños
que concebí viviendo bien despierta.
O dormida, que también contaron los anhelos,
las quimeras o proyectos heridos o en desgana,
los que refiere el remedo de buena caligrafía
que, escrita y bien narrada, va en mi cara.
Cual escriba del tiempo, fue la causa
de narrar con detalle y mesurada,
la historia, triste, banal, a veces viva,
de lo que a golpes de reloj fuera mi historia.
La risa dejó rastro, con larga caligrafía en mi cara,
labrando, en los ojos, herida bien profunda
con surcos pedregosos y lascivos, plegando piel,
en sintonía con jolgorios
vividos, disfrutados en delirio de días y de noches,
prestos a jamás ser olvidados.
Aun con todo, fueron ellas las que hicieron manuscrito
trazando la historia con silencios y solturas,
lágrimas que surcaron semejante a las olas,
mis costumbres, narrando, como escribas,
mi memoria. Tal que así, como contada
sin dar datos, apenas sin palabras,
porque todo lleva largo tiempo escrito
y contado, con detalle, podéis verlo sin excusa
y sin miedo, en la mirada.
María Toca Cañedo©
Santander. 30-08-2022. 19,56