Heridos, somos heridos.
Nos lanzó la muerte su dardo bien certero
justo, en medio del pecho,
haciendo una herida
por donde se escapa, lentamente,
la vida y la algazara, al mismo tiempo.
Se va el aliento y el soplo
con cada suspiro que daremos,
por tanto, cada vez que respiramos
se nos acaba el tiempo.
Heridos, somos muchos,
quizá con otras armas;
quizá con otras lágrimas,
lloramos o sentimos
pero siempre, respira la herida
por un lado. Por el otro
va la muerte, callando.
Heridos, derrotados, humillados,
en la sima, donde quedan
las almas, los corazones rotos,
allí donde habitamos, los que somos,
carne trémula, batida por el viento,
apenas un despojo.
Heridos, encontrados.
La llama prende lenta
insufla, porque clama,
a un mar de corazones
y con paso lento, casi sin notarlo,
se yergue en la loma,
desde donde divisan en lontananza toda,
la vista de las sombras,
allá donde residen los amados.
Se vuelven y rozan con sus dedos de luces
nuestros rostros marchitos.
Heridos, pero no rotos,
erguidos, a tenor de lo vivido;
heridos, en la penumbra de las cosas.
Santander 29-11-14. 10,19. 313 días sin ti, pero contigo.