Hay días en que la mañana me sorprende,
entrando la luz por la ventana
dejando un rastro de pereza, entre las sábanas,
sin recuerdo, sin el amargo regusto en la boca
de la perdida, de la distancia, de la sombra
que a poco era compañera de constancia.
Abro los ojos, contemplo la inocencia
de un día, como otro; miro fuera,
veo que sigo viva, que camino
y que de nuevo, se abre a la consciencia
el camino de mis pies y mi paciencia
recurre a otras, temidas, complacencias.
Me tienta el silencio de la noche
el que, apenas, rompe el tímido silveo
de algún pajarillo perdido, que vuelve al nido,
como ave, al incierto paraíso.
Me quedo quieta, en esas noches,
contemplando los ojos que me miran
desde esa pintura, enamorada,
de los rincones, escrutados en la cara
y los absurdos recuerdos, admirados,
como tímidas nostalgias, encaradas.
Por eso, a veces, el día, me envejece,
me abruma, deshilacha y me alancea,
cuando lo recibo sin recuerdos
y cuando la mirada se solaza
en rincones que no me dicen nada.
Santander- 2-4-15, 19,53.437 días sin ti, pero contigo.
Encantada… La poesía se abre y se hace de todos
la poesía, la literatura no es nada sin los que la leen. Se hace entre todos. Gracias a ti.