Allí, perdido, en las esquinas laberintas de la historia
reza un pecado, por todos, cometido,
se llama desunión, amalgama de interés reconcentrado,
historia desigual, que hoy trae épicos pasados
o rozagantes desafíos, confinados
en mundos dispares, heroicos, olvidados.
¿Qué fue de aquel dolor tan conocido?
sigue aquí, presente,
tanto que aún lacera el recuerdo,
mientras, ellos, los anónimos, yacen contritos,
olvidados, entre las zarzas
de oscuras cunetas y caminos.
Aquella triste historia, feneció una noche
de cuchillos largos, de encendidos rencores
que la aplacaron traiciones y latidos
de corazones muy atravesados.
Ellos, los olvidados, los caídos, los matados,
asesinados en la orillas de caminos,
en tapias, de silentes cementerios:
ellos, los valientes.
Esperan rezagados una mano
que les levante la osamenta
y les vierta una lágrima,
algún lejano ser querido;
luego, quizá, por agotamiento,
por inercia o lo que sea,
les llegará el sueño, hasta el olvido,
que lleva en el duelo, su destino.
Santander- 6-6-2016, 19,05. Para ellos, los míos y los tuyos. Los de las zanjas, los de cementerios, sin nombre, y sin duelo. Para ellos.