Un vacío se apodera del pecho
se hiberna el hueco donde todo está dicho
y la lánguida espera de que el dolor
transite, por la magna senda de las cosas no dichas.
Entre brumas nefastas de tiempo detenido
y la espesa amalgama de la mente en barbecho
se cimbrean las olas de la pasión perdida.
De las palabras vanas, del estupor confuso
en que queda la carne, cuando todo se ha ido.
En ese hueco amargo, veré si hoy archivo
las nostalgias, los vientos, de los inviernos fríos
y el calor de un abrazo que nunca recibí.
Hoy, por fin, se me brota el poema
y empuño las palabras como pábilo incierto,
de lo que fui, de lo esperado, del tiempo
inabarcable, cuando el sueño atisbaba
la realidad, contable,
y todo, hasta tú que estabas esperando:
todo, hasta ese amor inconcreto.
Todo era factible.
María Toca
Santander- 1-2-2018. 11,43