El viento hace anillos con tu pelo,
lo revuelve, lo ensarta entre los dedos
que forma con la brisa de mar embravecido.
Tú y yo caminando, de la mano, silentes,
tal que náufragos en isla recorrida
entre guijarros viejos.
A veces te paras, contemplas arrobado,
con calma, el horizonte que ante nosotros habla,
con mil azules y verdes en lontananza,.
Luego, muy despacio, te vuelves
contemplas el paisaje
y como sediento, tornas a mi boca
y dejas un beso tan liviano,
envuelto en sabor de salitre
y revuelto de gusto a la utopía.
Porque el amor tan grande
no lo miden los cielos
ni lo sueñan los dioses,
que contemplan altivos
a los simples mortales.
María Toca
Santander- 18-02-2018. 0,03