Las palabras, hay veces, que no sirven
se quedan estrechas, se difunden,
encorsetan el concepto, la emoción,
tanto que apenas la describen;
es entonces cuando entonamos
con furia, una música que abreva el alma
y nos dispara el canto que ahoga,
mientras caminamos al borde del abismo.
Como balas, se disparan las palabra
que guardadas esperan
la dicha de ser expuestas o cantadas
por alguien que susurra de emoción.
Las palabras no bastan, quedan cortas.
Entonces, suena la música, se deja ir,
se escapa como agua entre las manos
y se diluye en el alma,
con la compañía de una voz sutil
que canta y expresa el alma en canción.
Santander-6-8-15, 15,29. 566 días sin ti, pero contigo.