Días en que la nave surca el mar agitado
descalabra el paso, por olas que no cesan
de agraviar el recuerdo, y se miran de frente
con demasiada inercia, con dolor enjaulado.
Días en que no cesan de escucharse palabras
que hieren, como cansinas amenazas
y que por serlo, avanzan en pos de la paciencia
y se ahoga el instinto de vivir y de ser
cada día un poco más feliz.
Días en que a una se le cansan los ojos
de recibir impactos de furia, de dolores ajenos,
que revuelven y llenan la conciencia de miedo
y no se sienten ganas, ni de hablar, tan siquiera.
Días en que la lucha cansa, estorba
el estoicismo, y la nada se pudre
como un fruto maduro, a quien nadie recoje.
Días en que mejor se está callada,
porque de tanto oír, de tanto ver el mal,
las palabras se ahogan, antes de ser habladas.
Santander-28-8-15, 13,08. 584 días sin ti, pero contigo.