Solía ser así el despertar,
adornado con la sonrisa leve
de la esperanza, aún sin serlo,
acompañado del tiempo, la memoria
renuente, compacta y extractada.
Solía ser así, cada mañana,
como si al nacer el día,
llegara, de nuevo, con la aurora
la incierta y sopesada alegría
mechada de despertares hueros.
A lo lejos, quedaba,
la memoria de cosas, los sucesos
que, a fuer de ser inanes, daban pauta
y abrían la conciencia con premura
para, a golpes de incertidumbre
recoger lo sembrado y la sonrisa.
Solía ser así, era costumbre,
hasta que el destino se cruzó
entre las manos, y obrara el descalabro,
que nubla la escarcha y adolece
de una incierta nostalgia,
de otros amaneceres.
Amaneceres sutiles, de esperanza,
esos que brillaban, con la sonrisa puesta
mientras que ahora, en presente,
tan solo abrir los ojos ya me cuesta.
Santander-28-9-15, 19,24