Me gusta el color que va tomando el día
al acercarse al final, cuando todo se calma,
se detiene la espera, la pajarada calla
y se paran las nubes, que siguen en reposo
hasta cruzar el umbral de la noche.
Siento que ese sosiego, apacigua mi alma,
el rumor de la tarde feneciendo, el sol,
quedando con sus tibios retazos
enfrente de la noche. Me calma y sobrecoge
el aire que se templa, se calla, se atempera,
un poco antes de que llegue la noche,
y va como despacio, el tiempo,
susurrando al oído en lento borboteo,
de una sencilla copla, que apenas se detiene,
a cantar el sentido de todo el que escucha
con calma, y ve morir el día,
con la mente tranquila, y en el alma,
la leve sintonía de un tiempo que se acaba.
Santander 29-6-14, 21,21. 171 días sin ti.