Voy a emprender un viaje permanente
por senderos gloriosos, o quizá, ciénagas inmundas
serpenteados de brocados arbustos
y de árboles preñados siempre de certezas.
Pedregales inmersos del alma
que en el alma encuentran cobijo.
Viajaré sola, con ligero equipaje…
como aquél poeta que así emprendió
su último viaje.
Sola, con hatillo y manta que envuelve
la tibia calentura y la piel de reserva;
…un par de zapatos, una muda vieja
y un zurrón de pan con buen vino tibio
que caliente el cuerpo al caer la tarde
cuando tenga frío.
Tan solo con eso…
puedo hacer mi viaje.
Cuando esté cansada desplegaré el cuerpo
en la dura tierra.
El sol o la luna serán, cada día,
mi techo florido
adornando la vigilia
con el cielo tapizado de estrellas.
Con la amanecida, vencido mi sueño,
tornaré al camino. Levantaré el vuelo,
a ver si en algún recodo,
encuentro a un alma gemela,
libre de cadenas
que sirva de buen compañero.
Y luego, contenta volveré al camino.
María Toca
Santander-15-12-2020. 19,02