manchado de grisuras con nubes plenas
de lluvia oscura,henchidas de tormentas
prestas a descargarse al menor tino.
Bronco está el horizonte,
allá, a lo lejos, saltan tormentas…
que en lontananza desatan truenos.
Detrás de las montañas se huele la hojarasca
que arrebolada y brava
se torna hacia la casa, cual viento agreste
marchando, torvo, por las alcobas.
Está la tarde triste,
cubiertas las montañas de malos cirros;
cual pozos humeantes
sobrepasan los cielos
y se adivina cerca tormentas bravas
que, de soslayo, rodean lindes, invaden tierras.
Se acerca sigilosas adversidades
que en forma de colmenas se abren y cortan
el cielo y su raigambre cada mañana.
Los miedos se me acechan, ojos y luces
escrutan en la esquina de la morada
que llenan de nimbos negros los aledaños
y se intuyen lobos fieros tras de los vanos.
Niña, refúgiate en la casa
que mi regazo abierto sea tu cuna,
no me salgas deprisa al extrarradio
que la galerna augura
males pasados.
Tornan viejos desmanes, odios inciertos,
regresan, con lento paso, torbos rencores .
Vente niña, entra en la casa
donde mi cuerpo sirva de parapeto
para que la tormenta no te arrebate
ni los malos vientos se me adelanten.
María Toca Cañedo©
Santander-17-03-2021. 16,51