Me imagino, como un árbol varado
en medio del camino
transitado por caminantes furtivos
que lo vadean, lo contemplan
y sienten, que está bien enraizado,
aún, teniendo las ramas, que miran hacia el cielo.
Con el frío, muestra sus desnudeces
porque pierde el vestido;
sus hojas, se deshacen
formando limo espeso
y nutriendo el pequeño espacio
que cubre su paraje.
Las ramas, se le quiebran, a veces,
forzadas por un viento
que las dobla, o las mece
dependiendo de la fuerza y del brío.
Hay época, que se siente cubierto,
verdea, arremete con fuerza
el canto del estío,
otras, deja sus brazos yertos
a lomos de un destino.
Me gusta, sentirme como un árbol,
al borde del camino,
dando sombra, cobijo,
o frescura en canícula,
otras, leña que aviva
los hogares más fríos.
Santander-20-4-2016. 13,16