Apátrida, sin pueblo, ni nación,
sin documento, sin pasaporte, ni nada
que me asigne y me defina.
Sin nombre, sin gentilicio, ni país
que me de forma, que me califique,
sin patrón, ni jefe, ni padre que me cuide.
Desnuda, con el alma atormentada,
sin más vestigio y poder que la palabra,
sin ropaje, sin causa,
apenas sin metas, ni cruzadas.
Así nací, así cruzo puentes,
y camino, en pos de las veredas
que me conduzcan por suaves alamedas
en las sendas contritas de las penas.
Así nací, viví y aún sigo,
en pos de la verdad inexpugnable
que no se haya en la tierra ni en los mares,
ni en documento que lo avale.
Quizá encuentre la patria, en la mirada
de unos niños que sufren, o en la mano
tendida, que me esculpe el alma,
o quizá también, en el basto universo
que forma el país de la poesía,
ese al que pertenezco y que me guía.
Santander 19-5-15, 18,02. 15 meses sin ti pero contigo.