Se me despeña la mirada
cuando contemplo los paisajes
que cubrieron tu tiempo y tu historia
y te pienso en cada rincón de aquella vista.
Se me duele el alma que asolada
camina por donde tus pasos caminaban
sin poder evitar la evocación
de aquellos momentos bien vividos
sin dolor, porque tú eras presente
mientras mis ojos aun podían verte.
Devastada contemplo los caminos
que rodaste y la montaña
que altivo rodeaste sin pensar
que eran allí los últimos pasos
que tu sendero que debía.
Y mi sonrisa se cuarteaba
en esa tarde aciaga
cuando apenas te vislumbre
antes de que tú te apagaras, cual arpegio,
que tocara un dios cruel que te buscaba
para llevarte con él a cualquier parte.
María Toca
Satander- 22-07-2018. 22,20