Ahora, que se cerraron bien las puertas
el telón cayó sobre el techado,
que se cubrieron las ventanas,
y salimos despacio, con cuidado,
dejando la luz bien apagada
y el tiempo encerrado a contraluz.
Ahora, que se sellaron los balcones,
se cerró la alacena, vaciada
en la que solo reposan,
bien callados, hirsutos,
los fantasmas…
Ahora, que cuajaron bien las sombras
los silencios se escuchan por doquier
y a lo lejos, suenan las campanas,
acunando solo la decepción.
Ahora, justo ahora,
debemos repasar, calmados,
nuestra historia
preñada de escarchas y de umbrías,
que entrelazan con saña
el futuro. Lo atenazan. Lo esculpen,
en franco desafío.
Ahora, con la distancia,
el tiempo que entierra lo vivido
y se amaina la furia desatada,
debemos tomar brío,
hacer cuentas, resolver,
con cautela y bien templados,
la antigua ecuación
que nos ahoga.
Ahora, precisamente, ahora,
que ya no importa nada,
quizá sea posible,
revisar los recuerdos,
pasar revista a la historia,
para zanjarla. Dejarla reposar
bien entendida y luego,
pasar la página sangrante
de una crónica que ya se terminó.
El Camello-11-9-2016. 2,49.