No puedo evitar sentirme cerca
de quien sufre, de quien pena
de las voces que no se oyen, de los silencios
rotos por el grito y desgarro
de dolor, de injusta procedencia.
No puedo evitar sentirme cerca
de amores viejos, de calladas esperas
y por último, no puedo evitar sentirme cerca
de mi tierra, de mi casa y mi gente.
Y acercarme, con paso lento y quedo
a aquellos que penan en la esquina
que la vida ofrece, sin piedad
ni mesura. Con cansina paciencia
de esperar lo que no llega
ni pena, ni alegría, tan solo desespero.
No puedo evitar sentirme cerca
de aquellos que caminan al borde del abismo
al margen de vida y de caminos trillados
y senderos deprisa, mal trazados
en ardua compañía de la nada.