Tan lejanos los días, en el recuerdo,
que se diluyen a toda hora,
trepan, como los cantos por río bravo.
Las horas, se escurren, raudas,
tal como lodo, en la memoria,
durante el tiempo
que andar era calma
y vivir: miedo.
Ahora, en cambio, el momento,
se hace fuerza, eterno, denso,
la mansión de mi alma
se escarcha, de pensamientos
y una dulce mirada,
cuando la noche surge en tinieblas,
acaricia, con mano libre,
siempre, mi espalda,
como si fuera liviano soplo, de primavera.
Se me vuelan las horas,
se me estanca la nada,
se cuajan lágrimas, en la mirada,
como entonces, como ahora,
se me llena el alma, de madrugadas.
Santander 24-5-15, 21,30. 459 días sin ti pero contigo.