Quizá pasara el tiempo
en que la congoja laceraba el cuerpo,
la calma, nublaba, la dicha escapó,
por aquella puerta donde a paso lento,
anidó el dolor.
Se pasaron las horas, tan lentas,
rellenas de rabia, del sabor amargo,
de lágrimas secas.
Se pasó, la noche
donde había preguntas,
y ninguna voz.
La luz se apaga, y el viento derrama
la suave plegaria donde todo calla.
Se pasó la rabia,
nos queda un hueco vacío,
lento desespero, donde todo sobra,
musita y se calla.
La voz que nos ciñe
a un lento camino,
donde todo queda, y no hay respiro
donde solo espero
cumplir con los pasos,
torcer la mirada, volverla hacia él,
encontrar, despacio, su mano, que yerta
me ciña, me lleve hasta su morada.
Santander 10-7-14, 17,28. 170 días sin ti.