Se me rompieron las alas,
quizá fuera de agitarlas demasiado
o de rodar por los cantos
que decoran la mañana.
Se me rompieron las alas,
de tanto usarlas volando,
intentando, como loca,
sustraerme de los suelos.
Se me rompieron las alas,
de caminar por los cielos,
sin recursos y con miedos.
Volar, volé, fuerte y alto,
incluso escalé montañas;
subí a nubes que estallaban
a volcanes tenebrosos,
que expandían por sus bocas
las coyundas y las lavas.
Hoy, con las alas quebradas,
solo me queda una sombra
de lo que fui, de la llama
que prendía de mi pecho.
Me queda poca esperanza
y contaros bien los hechos,
enseñar, a los pequeños,
a volar, a no tener miedo
y a sonreír con denuedo.
Santander 13-5-2015, 12,35. 478 días sin ti pero contigo.