Se me guarda en la frente la palabra olvidada
y se encumbra primero, lo que olvidar quisiera,
porque hay palabras hueras, que mejor no escucharlas
o dejarlas que vuelen, hacia otros destinos.
Me quedo con el canto, del ruiseñor,
con la música que enhebro cada mañana;
al abrir los ojos, escucho melodías
de la naturaleza, que rompen las esquirlas
de la vida, y el mundo se me nace de nuevo.
Por eso, quiero olvidar las cosas que hirieron;
las dagas, que laceraron presto,
las cambio por las nuevas, que llegan
y me fundo de nuevo.
Por eso, cuando callo, se me lleva el olvido
todo lo que quedó fuera, y en el estribo,
caminan mis pasos, hoy sin fardo,
por liviano camino.
Santander- 17-8-15, 3,01.