desarreglada contrita
o contrahecha,
he conseguido pacificar
hoy mi jardín.
He puesto en orden esta huerta
sembrada de despojos y de miasmas…
He recogido los aperos
y amontonado los rastrojos
en una esquina, bien callada,
donde los pájaros llegan,
se amilanan y se quedan.
Ordenados, silentes, con cordura
los oropeles, sinsabores
que atenazaron mis locuras
poniendo, hoy ¡por fin!
orden y concierto en mis días.
Y mis noches se han recobrado
de la inabarcable locura que henchía,
una vida, solazada
y ataviada con vestidos
que fueron disfraz y marejada
de viejas costumbres
acadabradas de locura.
Hoy, en hora, mi reloj
está puntual, unificado con la vida;
al fin puedo decir con cierta calma
que todo está en orden
y al punto, a fin de
comenzar presto la marcha.
María Toca
Santander-3-8-2019. 11,45