Se quiebra la palabra
cuando el silencio se oye,
se cuajan los momentos
en que la soledad se hace cuartelera
y custodia un cuerpo helado y adyacente.
Se quiebran y perecen las palabras
cuando mueren las hebras
que ya no dicen nada; y se escucha el vacío
que deja la corriente,
caminando hacia el mar,
arrastrando a su paso
el cimbrear de un pensamiento
que abre las heridas
y sienta las bases de un torrente
de suave despertar.
Se quiebran, las voces al sentir
la tortura, que aflora en la mirada
y las palabras, mueren en los labios
antes de ser pronunciadas.
Poco después, las bocas se secan
con los sueños que nunca se comparten,
y el silencio se yergue
como siniestra vela,
que prende del corazón bergante,
se vuela, se huracana,
surcando el mar de soledades,
engarzados a palabras no dichas,
y nunca pronunciadas,
porque ya se sabe,
que lo no dicho, no existe,
si no es pronunciado ni entrevisto.
Santander. -5-7-15, 12,54. 531 días sin ti pero contigo.