A veces las palabras
se van yendo despacio,
caminan, lentas, sin pausa conocida
en pos de una región,
donde habita la calma,
sin ruido, entre hojas cansadas
que crujen a su paso.
Se cansan de ejercer
de cirios encendidos
o balas dirigidas
hacia frentes difusos;
y se dejan caer
al lento precipicio.
Se van, huyen del ruido,
de la mano enemiga
que las empuña, impía,
como arma dañina.
Se mecen en olvidos
de tibia calma yerta,
se cubren de esperanza,
de encontrar, cada día,
unos nuevos caminos
de luz, y un lento amanecer
las cubre de confianza.
Santander 22-8-15, 19,40. 579 días sin ti, pero contigo.
Gracias Juan Carlos Pérez García