Hay momentos que no se pueden romper
ni con poesía, ni descripciones bellas,
tiernos, sencillos. Momentos,
que son como el cristal, frágil y etéreos
que no se interrumpen
ni con la bella palabra que los nombra.
Momentos eternos,
se quedan para siempre en la memoria
aleteando como ave herida,
se asoman cuando endurece la vida,
el ánimo flaquea, se oscurece la sombra
y la voluntad se encalabrina.
Como un dulce ramanso,
el alma vuelve
a esos momentos de la vida,
donde la calma fluye,
el silencio habla
y se puede vivir sin la palabra
Suesa, El Hoyo 22. 8-9-14, 10,34. 231 días sin ti.