Huecos, las palabras son huecos,
pedernales de escombros
que decoran el tiempo
silente, de silencios
y miradas altivas.
No vale la poesía
que no cruje y espanta,
que no suda, no sangra
o no late en la piel que se quiebra
o se deja abrazar.
No vale. No se siente,
si no lleva en su seno
lágrimas, sudor y miedo,
un halito de vida
o de muerte, quizá.
Se queda en muro ciego
en pared sin guardar,
en bruma que dispersa
el tiempo y el azar.
Hueca, se queda hueca
la voz, si al gritar
no mueve los escombros
de la grisura incierta
que nos lleva a mirar
el cielo, la montaña
con ojos pervertidos
que ven el más allá.
Santander-14-12-2016. 18,19