Los días se diluyen por el calendario
como agua entre los dedos, sin tregua y sin reparo;
pasaron madrugadas, noches, días enteros,
mientras yo te añoraba y sentía que el tiempo
se me iba tras de el negro deseo
de seguirte los pasos, por aquellos senderos
que presto caminabas, y sin decir palabra
sembraste una senda de pequeñas simientes,
de flores o de lava, porque de todo había,
y me dijiste: “madre, cada uno anda lo que se debe,
a ti te queda un rato. Yo llegué a la meta”.
Mientras más escuchaba, mis ojos se cuajaban
de rabia, de recelo, de miedo, de templanza,
por no llegar primero, y esperarte a la puerta,
como debía ser, como mandan los tiempos,
que los que nacen antes, se marchen los primeros.
Nunca fuimos corrientes, nada se hizo al uso,
quizá por eso, y porque eras muy grande
se te llevó la muerte. Porque los elegidos,
siempre, marchan delante.
Homenaje para Luis. Un año sin ti.