Se dicen gente de orden.
De creencias firmes, consistentes, perdurables.
De orden burgués, apelmazado
por apellido de raigambre, sonoro, evanescente. De orden.
No como nosotras, tan dispares
que empezamos la jornada con café y prisa bien peinada
corriendo de casa a la oficina,
a la fábrica, al paro o la mierda, calladas,
en desorden, o algo desmandadas.
No somos de orden. No robamos,
ni tenemos putas esperando en la puerta
o maletas de sangre bien colmadas.
No somos gente de bien,
somos normales, descastadas…
ni tenemos apellidos rimbombantes,
tenemos un idioma, o dos lenguas,
los usamos como forma de entendernos.
No robamos , ni nos regalan títulos
ni uniformes. Ni maletines,
ni brillo falso de brillantes.
No somos más que puta gente
que nos mueve vivir y ser solo importantes
para los que amamos,
ganandonos el respeto a cada paso.
Gente sencilla. Gente corriente,
nada que ver con ellos: los del orden,
importantes…
María Toca