Se me quedan afuera
el ruido y las monsergas
llegando en murmullo
lejano, con sordina,
las tenues herrumbres
de la calle, que asolada
se cierne sobre mi ventana inacabada.
Aquí, en la soledad de mi guarida,
tengo mi piel absuelta
de todo lo que incita
al viento y la discordia
dejándolo fuera
bajo el dintel
de mi puerta cerrada
ante los vaivenes de la historia.
Con el cristal bajado,
dejando que tan solo entre la luna
e ilumine los tibios rincones
de mi alcoba. Sin mancharla, siquiera,
tan solo la traspasa y se queda
en forma de sutil capa
que perfume de soledad
alimentada por costumbres, solapada
tejiendo un manto de esperanza
sobre los muebles
que envejecen, bajo la pátina dorada
de mi pensamiento y la memoria.
María Toca
Santander-3-9-2017. 20,35