El sueño, pletórico de antorchas, encendido
se ilumina, y va como perdido
con la sentencia de saber que todo
permanece unido tras la nada
de saberse mundo, que gira intempestivo
en pos de recuerdos conocidos.
Al despertar me atenaza el destino
que labra con sus manos
el tiempo que yace entre nosotros
apenas, un segundo, luego ya se pierde
y va camino de veredas que no quiere
en pos de trenzar una realidad incandescente.
Vamos andando, pertrechados de sueños
en dirección a un sitio que ni hallamos
ni se encuentra, en punto de destino.
Y así, girando, dando vueltas, recibimos,
en aras de soñar lo que vivimos
una realidad impuesta, vano destino,
que apenas conocemos, y seguimos
creyéndonos, libres, siempre llevando a cuestas
la historia, hasta el final de nuestro tiempo.
Soñamos que somos libres, lo que ocurre
es que llevamos una soga prendida
del cuello, a la cabeza, invisible,
como mera sentencia inacabada.
Por eso, aún sin notarlo, vamos encadenados,
como bestias, ceñidos a la historia.
Santander-1-11-15. 19,18.