Hay un hueco perenne en mi mesa
un hueco que no lo llena nadie,
ni el rocío, pujante, de la mañana
en que abro los ojos a la vida,
ni el aire, que me vuela el pensamiento
cuando de nubes negras se me puebla.
Ese hueco, profundo, como el mundo
no lo cubre la nube del olvido,
ni las palabra, vanas, o profundas
con que los demás amparan mi destino.
A veces, solo a veces, lo cubren las palabras
que vierto, aquí, en el lienzo del poema.
Las dejo caer, saltan apenas,
me brotan, de la profunda oquedad
que hay en mi pecho,
allí donde campaba el amor
y hoy, sufre vacío y barbecho
por el dolor de no tener y añorar
sintiendo la ausencia en mi morada,
en la orfandad de no sentirle cerca.
Por eso el hueco de la mesa,
no lo cubre el destino, ni lo apresa,
el tiempo, por más que yo me diluya
y me vierta, en tu recuerdo
y tú, en tu presencia, etérea.
Santander- 27-9-14, 23,01. 251 días sin ti.
Caminamos hacia los recuerdos sin dolor
Amparais tanto y tan bien que siento el calor. Un abrazo de vuelta, Luis
lo acolchamos de recuerdos, de palabras y del amor. Un abrazo Rocío.