Abrazare con ímpetu el recuerdo,
más no dejare que me ate la amargura
porque la vida puede siempre
a la soga, que impone con crudeza,
los sucesos dolientes de estar viva…
Labraré la tierra que me queda,
por andar, cubriéndola, a ser posible
con manto de esperanza;
con mis fuerzas, horadaré la piedra
esa que amedrenta a algunos
y que en manos mercenarias
nos acosa. La dejaré, roma,
sin fuerza ni vigor.
Caminaré, paso a paso, el camino,
despacio, con ahínco de fiera
y luego, cuando me canse,
dejaré alguna huella,
a ser posible, con letras ataviadas
y escritas con dolor.
Santander-6-3-2016. 10,47.