Desgastadas las manos de asir
las bridas escuetas de la muerte,
los pies, con sangre, descalabrados
y con polvo de camino, ensangrentados,
de tanto andar y andar por las esquinas
de esta vida, que surca como un barco,
agazapada , en busca de la suerte.
Pertrechada de soga, cuchillo y cordel
con que hacer brida, me hallo,
encumbrada en lo alto de mi efigie,
contemplando como pasa la vida sin recato,
tornándose gris el calendario.
Con mi cabello trasformado en plata argenta
y la piel cuarteada con sigilo
del tiempo y su vieja costumbre,
de posar huellas y dejar seña a su paso
entre los visillos de mi alcoba
desnudos y vaciados los armarios.
Así, me halla quien espero,
el compañero de cuitas, avatares y reproches,
que llegue a mi puerta cualquier noche
y me encuentra preparada para el viaje,
con maleta, pertrecho bien anclado
y mi cuerpo abrigado para el invierno que ha pasado.
Así, de forma inesperada, haré el camino
que me resta por andar, en el estío
de la vida que a poco halla su meta
y el fin del recorrido, bien andado.
María Toca
Santander- 19-04-2019. 0,33