Días que una no está para gran cosa,
serán las pertinaces secuelas de la vida
o los años, que no se cumplen de forma impune
y se acumulan, entre los huesos, haciendo escarcha
y día sí, día no remueven la pereza y la costumbre.
Hay días con cadenas atadas al recio caminar
que cubren el resorte de los vientos
y se llevan en la espalda kilos de carga inoperante
y la aspereza del semblante se riega de lágrimas espesas.
Días de sombras, de cargas y nostalgias
que una no sabe a qué adolece ni que parte
de la vida se le escapa. Son días de semblanza
de reparos y silenciosos reproches que alteran
la torva situación de la costumbre.
En esos días, en que una no está para reproches
ni para oír goznes o llamadas en las puertas
y que la pereza tiende a enseñorearse…
justo en esos días, tan solo escucho la poesía
en lógico aquelarre que salva
las esquinadas rutinas de la vida
y la hace más llevable.
María Toca
Santander-24-02-2019. 20,01.