o espuma de mar, en laberinto umbrío.
Ola de fuerza que bañe mi bahía
y derrame lágrimas sobre un asfalto yerto.
Mas de momento, seré ojos calmados
que te paseen con gusto acidulado.
Por la piel de la tierra, pasearé la mano
ungida, para ello, por alabastro fino,
reposaré con calma, mis plantas en su orilla
y luego tornaré a la casa que me asila
cuando la noche, altiva, nos aceche.
Cuando me vuelva escarcha o niebla fina
me quedaré ya siempre, mezclada entre tus aguas;
cual bruma subiré alto, justo hasta ese cielo
que es azul, algunas veces,
otras plomo y tronando de luceros.
En él, me haré nido y tornaré a poco
en forma de lágrimas que derramarán su savia
en la tierra yerma; la harán fértil
y así el ciclo de la vida, se hará firme
rodando hasta dejar el paso
a nuevas gentes, a otras voces vivas.
Porque nadie se muere si se ama
ni se marcha del todo, si se queda
enmarañada entre el viento y la marea.
María Toca
Santander- 02-02-2020. 19,27