Ante todo, haré notar, mi total convencimiento, que el sujeto de mi escrito, no va a leerlo nunca. Cosa que entiendo por la diferencia abismal, que nos separa, pero no me impide desgranar, a modo de desahogo, mis palabras.
Verá, señor Vargas, decirle que usted para mí es Dios, es poco. Le admiro desde muy joven. He leído con devoción, con respeto, todo, absolutamente todo, lo que ha escrito. Incluyendo artículos, ensayos y un poco de su teatro. Por cierto, que usted a su edad, y con el prestigio que tiene, se suba a un escenario a interpretar, me parece el colmo de la valentía o del épater le bourgeoise.
Reí, con su Pantaleón, seguí riendo emocionada con la Tía Julia. Con la Guerra del fin del mundo, me embarré en una selva asesina, llena de hombres crueles e indecorosos. Las Conversaciones en la Catedral, la Historia de Maita, la Ciudad y los Perros, me enseñaron más de literatura que mil facultades juntas. Usted, junto con el Gabo, me parieron, me han criado; he mamado de sus fuentes, con la devoción de una creyente fanática. Mi vocación literaria es suya. Y suyo es el merito de acompañarme días, noches, por el infortunio o por el placer de sus historias.
En los últimos tiempos mi admiración me costó discusiones, por defender su obra contra quien le atacaba por ideología. Hoy, por primera vez en mi vida, usted me hizo daño. Se lo digo así, tal cual me sale, porque para mí, usted, con el debido respeto, es más que mi padre. Como le decía, me hizo daño verle detrás de una figura siniestra, pequeña, mezquina, ruin. Esa figura que mantiene el gesto agresivo que solo los mediocres suelen tener: José María Aznar. Señor Llosa, he sufrido al ver un prohombre como usted, premio Nobel, aunque eso es lo de menos, su genialidad precede a premios. Él hablaba y usted, sentado, con su presencia prestigiaba un acto, que no voy a juzgar políticamente, tan solo lo hago a título emocional.
Mire señor Llosa, sabe perfectamente de donde viene Jose Mari. Y no voy a juzgar su pasado, todos lo tenemos, algunos más escabrosos que otros, pero la diferencia es que él no abjuró del suyo. Pertenece a un partido que fundó un ministro de una dictadura sangrienta y sangrante, que dijo que la calle era suya, cuando ciudadanos en Vitoria o en Montejurra cayeron por balas amigas, (del ministro, de los ministros) Que organizó y orquestó a mayor gloria del dictadorcillo un referéndum, en el que votaron muertos, y ganó por un 96% de votos. ¿Le suena señor Llosa? Usted tan raudo en defender el liberalismo y la democracia en países como el suyo: Perú, Ecuador, Brasil, Cuba y no digamos Venezuela. El creador del PP, señor Llosa, fue ministro de un asesino, y sus secuaces no nos dejan desenterrar nuestros muertos de cunetas y darlos sepultura. Nunca, oye, señor Llosa, nunca se arrepintieron de participar en una dictadura, donde la tortura era práctica común, mientras sus amigos, los de usted, señor Vargas, medraban despacio. Y usted avala con su presencia al hijo del dictadorzuelo. Eso duele, señor Vargas.
Me pregunto con frecuencia, si en alguno de sus numerosos encuentros, cenas de gala, comidas de fraternidad, usted y doña Patricia Llosa, han sacado el tema de las peras y las manzanas, a la señora Botella. Me consta su defensa heroica del mundo homosexual, en los países de América Latina, donde eso tiene merito. ¿Conoce usted la delicada poesía con que los amigos Aznar-Botella, dedican al tema? Y si lo conoce, ¿no se le revuelven las tripas? Tampoco se le deben revolver recordando al señor Aznar, mintiendo, manipulando y tergiversando a los españoles para que entrásemos en una guerra absurda.
Comprendo, que obvie lo anterior ya que su admiración por Jose Mari, va por los derroteros económicos, señor Llosa. ¡Ah! Claro, el gran liberal. Ese que nos liberalizó el terreno para gloria de la escoria empresarial carroñera. Gracias al señor Aznar, y los que le siguieron, se lo concedo, señor Vargas, nos expoliaron las costas, y todo terreno en el que se pudiera poner un ladrillo. Ese gran liberal, que patrocina y subvenciona a amiguetes, indecorosos y crápulas. El partidario de la meritocracia, ese que crea universidades como la que ayuda usted con su presencia, donde los inútiles hijos de ricos, compran caros, unos títulos para luego blandirlos en la empresa pública (dejamos fuera el liberalismo: son amigos) y hacer los fiascos a los que nos acostumbran. Esos liberales, señor Vargas, que construyen aeropuertos, trenes, puentes, palacios, con dinero público, con sobrecostes. Y si luego se caen o no sirven…los liberales de nuevo cuño, se lavan las manos, mientras entre sus uñas quedan millones para un dulce retiro. Eso sí, con unas FAES gloriosas y subvencionadas. Mucha coherencia, gastan los nuevos liberales, ¿no le parece señor Vargas?
No le negaré, que este disgusto, no es nuevo. Leí hace tiempo su panegírico a la ínclita Esperanza Aguirre. Esa liberal sibilina, que destruye policías, compañeros, y no se arredra ante la más rastrera política con tal de tocar poder. Léase lo acaecido en el Tamayazo y si no se le revuelven sus tripas de exquisito liberal, amante de la bonhomía y de las buenas costumbres, es que la gloria le hizo olvidadizo.
Me duele mucho su desafección, como duele desprenderse de los mitos. Como decía Balzac, a los ídolos no hay que tocarlos, porque el polvo de oro se nos queda prendido de los dedos. Y a mí se me ha quedado el polvo y la paja. Porque lo que peor llevo, señor Vargas Llosa, no es que me defraude a mí, no. Lo peor es que defrauda al joven Varguitas, ese bravo hombre que supo enfrentarse a un padre tiránico, a un colegio militar, el Leoncio Prada, ¿recuerda don Mario? Y que se puso el mundo por montera amando a la tía Julia y después a su prima doña Patricia. A ese Varguitas es al que defrauda, con tanto polvo de oropel como se pone. Y ese sigue siendo mi ídolo. No el muñeco de trapo en que le convierten sus amigos.
Suya siempre, admiradora.
María J. Toca Cañedo.
Su felicitación señor Sotillos, vale y compensa, en parte el disgusto
Gracias por las palabras. Es y sera un genio escribiendo. Eso no se lo quita nadie. Y respeto su ideología, no a dejarse usar por esos amigos. No es un ultraderechista, leed su autobiografía. Es liberal, de derechas pero siempre amo y fue defensor de la libertad.
María me ha gustado muchísimo. Un abrazo
Tal cual Jose Angel. Le admiro tanto…