Hemos tirado los muros de argamasa
mechados con piedras y alambres,
con fuerza los derribaron nuestras manos
mientras algunos contemplaban en lo alto
y nos convencieron de que la narración
estaba ya resuelta.
En tanto desbravamos horizontes
almas penadas, esclavas y muy pobres
construyeron, apenas, sin notarse,
paredes muy livianas
de cristal forjado con mil lágrimas
y tejido con hilos en madeja
que sujetan y atan los desmanes.
Apenas vimos el contraste
ni sentimos las cadenas, alegres, como estábamos
contemplando que los muros desplomaban
los viejos cimientos de la historia.
Ellos, los poderosos, esos que ensucian y apalean
labraron, prestos, raudos
la nueva cárcel de cristal y de opereta;
en ella entramos, tal como rebaño
atando a yunque recio nuestra mente,
el aire y el oxigeno, que aún respiramos.
Apresados, vulnerables, hoy estamos
en prisión levantada con las manos
que , soslayando la consigna, les prestamos.
¡A ver, ahora, como nos andamos
sin aire, con pies y sin cabeza!
Santander-1-8-2016. 18,48.