Mi camino fue empedrado de luchas continúas,
en franco desatino
que ni dejaban hueco para descanso
ni apenas un respiro.
Mi camino empedrado de furias desatadas
se me hizo muy canso, tal que subir la cuesta
cargada de piedras encadenadas a la espalda,
sin agua y sin que mano amiga consolara.
Sin descanso, apenas sin morada
saltando de un dolor a otro
sin pausa ni certidumbre
de fin cercano y esperado.
El camino fue siempre solitario,
cruel forma de andar, dolor
que no dejó fisura a la intemperie,
ni que apoyar pudiera mi cabeza
en un hombro vecino
para que el alma, derrotada,
pudiera tomar vuelo, enarbolada
y levantar de nuevo la cerviz.
Mi camino se hizo escarcha en duras madrugadas
y le cuajó el frío de nieve sin fundido…
por eso, quizá fuera que ya se hizo costumbre
y me forjó una carne incólume
y a fuerza de ser tan devastada,
al fin me hizo más fuerte.
Mi camino ha sido, una guerra sin tregua inacabada.
María Toca
Santander-25-12-2018. 12,47.