Salí a caminar una tarde de invierno
por un sendero que apenas conocía,
soplaba viento y los cantuesos
con su lozanía, saludaban
mi paso, al compás de una armonía
que apenas, solo yo, la escuchaba.
Anduve perdida, por senderos
caminé sin rumbo y sin vigía;
al cabo, me perdí, calló la noche
y sin cuenta, llegué a un sitio tibio.
Dormí entre brazos de un desconocido,
mecí mi cuerpo con los ruidos
que , de a poco, sonaban entre sombras.
Al despertar, sentí que era todo bien extraño
tanto , que turbaban mi concierto
los seres, que allí se recogían.
Emprendí la marcha, con cuidado,
no fuera a despertar a los demonios,
porque andando, perdida, sin aliento,
había llegado, despacio, al mismo infierno.
Santander-25-3-2016. 13,09.