El aire despierta la mañana,
lo cubre de añoranza y escarcha
mientras los cañizos del miedo
ocultan una vana esperanza
a los ojos abiertos de los que callan
en la torva conveniencia del que manda.
El tiempo se abre con la marcha
del légamo triste, de aquel charco
donde aletea, como si fuera alegre
un sapo aletargado por la fuente,
dejando la estela de la suerte
al amparo de manos cristalinas.
Me lleva el camino, hacia la mente
de aquellas palabras y de otras,
que apenas se escuchan, porque mienten,
los que dicen, que aquí no pasa nada.
Lo dicen porque no ven lo que hay ante sus ojos,
lo dicen, al fragor y conveniencia
de quienes siempre, tienen o se ciegan
en aras de un poder que los asiste.
Santander 25-12-14. 14,30. 339 días sin ti, pero contigo.