Se abren los ojos
como faramallas de dulce estío,
se abren los ojos,
que estaban ciegos, tan solo un poco antes,
mientras la olas, en funambulismo,
mecían la playa con suave cadencia
y un suave rumor tomaba las sombras
acurrucando el alma, al socaire
de vientos pasados.
A la vez, se abren las fauces,
con ansia, con hambre de vida,
queriendo morder, sin tregua,
la tarde que ve, con conciencia,
el sol, fenecer.
Se escuchan rumores
de olas cansinas, que lentas ansían,
besar la arena, con ansia y rubor,
mientras el cuerpo se entibia y fenece
y el sol, aquietado, se siembra de sombras,
se oculta y muere.
Se escuchan los fuertes tambores
que anuncian, con sonidos hueros,
que el día se acaba, que el sol se oculta
y la suave calma,
camina sobre mis espaldas.
Santander-1-8-15, 21,50. 560 días sin ti pero contigo.