Tarde descubrimos
que la vida consiste
en las pequeñas cosas
que avían el destino
de los grandes finales
que no tienen más dueño
que un fulgor extraño
y que a nada obedecen
ni preceden al miedo.
Los percances pequeños
que ciegan la mirada
con los grandes eventos,
se diluyen y espesan,
en manos de gigantes
que nada nos regalan.
En cambio, esas pequeñas cosas
que te sonríen, ciegas,
al amparo de otras
son las que pueblan y ofrecen
recuerdos en la dicha
cuando los ojos tornan
a mirar el pasado.
Esas pequeñas cosas,
que apenas reparamos,
nos dicen, nos acogen
cuando nada tenemos
y el tiempo finiquita.
Hoy dedico, a esas cosas,
mi verso y mi sonrisa.
Santander 8-12-14. 15,09. 320 días sin ti pero contigo.